Protocolo COVID19

Un día como otro cualquiera antes de ir a la consulta estaba tomando café con mis amigas, hablando de nuestras cosas cuando, sin saber cómo, un tema empezó a aflorar en la conversación. Las noticias sobre un nuevo virus estaban en boca de todos y aunque lejano no dejaba de producir algún escalofrío al ver como el gobierno chino no dejaba salir a la gente de sus casas ante una amenaza, hasta ese momento inimaginable. Pero repito, estaba lejos, china esta a 9254 kilómetros aproximadamente una distancia que en avión se tardaría en recorrer unas 11 horas. Si nos paramos a pensar, 11 horas no son ni la mitad de un día y si ese es el margen que hay entre el lugar donde surgió el virus y nosotros, no me extraña que antes de que hubiéramos quedado para tomar el siguiente café ya hubiera llegado a Italia.

A la semana siguiente, decidimos tomar el último café, de camino a la consulta no paraba de pensar en la situación que se nos venía encima. Tantas noticias reportando el avance del virus, habían hecho que nuestra reunión del café se hubiera convertido en un mar de preocupaciones donde cada vez costaba mas salir a la superficie para respirar. ¿tendré qué cerrar las consultas? ¿Si tengo que cambiar las citas, cuando podré ver a los pacientes nuevamente? ¿Si no tenemos ingresos como vamos a pagar los gastos? Estas dudas orbitaban mi mente sin parar durante la consulta, mientras tanto al teléfono algunos pacientes llamaban para cancelar sus citas y se podía percibir en sus voces el miedo ante una situación que dejaba de ser extraña para convertirse en realidad.

 Aquella mañana no supe que había sido la última vez que atendería consulta con normalidad ya que ese fin de semana se decretó el estado de alarma y nuestra vida no volvería a ser la misma. Inmediatamente tuvimos que cancelar las consultas, siguiendo las recomendaciones del colegio de odontólogos decidimos atender solo urgencias y quedarnos en casa junto a nuestras familias, pensando en la seguridad de todo nuestro equipo de trabajo.

Podría describir el confinamiento como una montaña rusa de emociones bajando y subiendo a toda velocidad sin saber dónde va a terminar. Pero lo más duro, sin duda, es pensar en el sufrimiento de las personas cuidando familiares enfermos o lamentando aquellos que ya no pueden cuidar. Pasaban los días entre reflexiones de un futuro incierto y una rutina que por otro lado, ahora más que nunca, me había proporcionado el tiempo para disfrutar de mi casa, cocinando (no lo hacía habitualmente, por no decir que nunca) organizando y colaborando en lo que hemos podido, haciendo batas con bolsas de basura para nuestro personal sanitario. 

Durante la cuarentena he ido a atender urgencias, la realidad que se presentaba ante mis ojos al ir de camino a la consulta con la carretera vacía, hacía que una sensación muy incómoda me recorriera el cuerpo y que no me abandonara hasta que, por fín, llegaba de vuelta a casa donde, inexplicablemente agotada, me recibía el calor de mi familia. Cada día, me digo a mí misma que la situación está mejorando al ver más movimiento en la carretera. Pasan los días y llega el momento de tomar decisiones, pensar en volver a trabajar y a retomar la vida que nos arrebató la llegada del COVID 19. Después de hacer todos los cursos online necesarios, que por cierto han sido bastante interesantes, empezamos a hacernos a la idea de cómo comenzar la nueva situación de las consultas y cómo vamos a enfrentar la atención a los pacientes. Durante esta exhaustiva preparación nos empapamos de todos los nuevos protocolos de atención al paciente con el fin de volver mas fuertes que nunca y elaboramos un plan de actuación que aporta toda la confianza para seguir adelante.

Compramos todos los EPIS (batas, gorros, calzas, mascarillas, gafas), equipos para purificar el ambiente (ya que producimos aerosol al utilizar nuestros instrumentos rotarios)  pensando siempre en que nuestra atención se convierta en lo más segura para nuestros pacientes (también tendrán que llevar protección gorro, bata, calzas y gafas) y para todo el equipo, ha sido un trabajo duro ya que fue difícil encontrar todo este material por las pocas existencias en el mercado, pero lo hemos logrado.

Creo que hemos conseguido todo lo necesario para poder volver con todas nuestras fuerzas a retomar lo que más nos gusta que es la odontología y el trato cercano con nuestros pacientes, en una nueva versión mejorada en cuanto a protección. La nueva era de la odontología ya está aquí y tenemos que adaptarnos y aprender a vivir con ella.

Añoro volver a disfrutar de nuestros momentos de café y las risas con mis amigas, disfrutando del sabor de la libertad y recordando este confinamiento como un mal sueño.

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